El Cauca nino en predios de Popayan es saltarin, jugeton, bullanguero. Piedras bien lavadas son su juguete predilecto. Cauca nino limpio, alli se entiende por que las aguas de los rios se llaman dulces. La mansedumbre trasciende el paisaje bien peinado que contempla su cabello en el espejo. Los pajaros aqui han estudiado ar monia. El verde vida de tonalidad mediterranea, y el aire transparente como el secreto de la primera novia. Los espanoles que venian de mil paisajes hostiles hallaron en el Valle de Pubenza no la gracia real de sus nativas tierras castellanas y andaluzas, sino la doblada por la hiperbole del afectuso recuerdo. La mujer, esa ausencia en la que se cifran todos los dolores de la conquista, volvia a llenar de mimos las frentes fatigadas de los heroes de Pizarra. Hubo arrullos y fueron los varones militares quienes ensenaron a las tiernas indias, canciones de cuna en castellano. Nacian asi a un tiempo la ciudad y sus primeros hijos. Don Sebastian tuvo por fin un hogar, medio morisco y medio cristiano, con lumbre y color donde abandonarse tras la brega indecible a la reparacion unica de la caricia, del canto y del pan. Popayan seria su sede, la capital de su provincia o de su reino, si reino le diese el Emperador. Por la defensa de su ciudad fulguraria su tisana famosa bajo todos los soles. Por ella y su grandeza surcaria de nuevo los mares, se complicaria en las mentidas intrigas de la corte, guerrearia mas aun, volveria al Peru, sacrificaria sus hombres, quebrantaria su fortuna, volveria a viajar encadenado y misero para hallar tumba tan pobre como fue su cuna, entrambas grande marco de su aventura. iY en que manera los genes del padre se perpetuan en su hechura! La Popayan soberbia, cabeza espiritual y temporal de todas las ciudades del occidente colombiano, la cantada por los poetas, la envidiada por los guerreros, queda pequena en su grandeza de semidiosa para que crezcan sus hijas, se desprende de todos sus bienes para que se enriquezcan las ciudades que nacieron de su entrana, les envia este raudal alla diminuto del rio paterno para fertilizarlas y agigantarlas, mientras ella puede sufrir las carencias de Belalcazar preso camino de Cartagena y de su fin. (…)