Una lectura fidedigna que nos permita seguir en detalle los movimientos argumentales del texto, una lectura musical, que adivine el contenido por la aprehension de las formas: una lectura alada, liviana pero con una entrega sin reservas que deje «ser» a la obra, y saber escuchar como un ejercicio de concentracion: seria esa una primera lectura, la llamada por Virginia Wolf; la «lectura diabolica» donde ponemos nuestro yo, nuestro saber, nuestro punto de vista. Hemos de leer fusionando ambas propuestas; uniendo la inocencia y la duda, la gravedad y la ligereza, pues el arte del buen leer comienza cuando las dos actitudes se ensamblan y de su sintesis brota una nueva inteleccion.