Los simbolos graficos, igual que los verbales, van acumulando sentidos a lo largo de su historia. Algunos tienen fortuna y Llegan a ostentar una frondosa significacion; otros se simplifican y se tornan un tanto univocas, gracias a los acuerdos que traspasan fronteras, y esto puede ser tambien afortunado. En muchos de los mas antiguos se desvanece su connotacion pristina o su mensaje inicial, pero aun asi perduran, a la vista, sin decirnos otra cosa distinta a eso: estar alli y testimoniar que alguien los creo. Continuan cumpliendo una funcion -independiente, las mas de las veces, del proposito original-: inquietar a quien los contempla, acicatear preguntas, poner en marcha la capacidad semiologica de quien ausculta el sentido de su presencia. Y la respuesta llega, porque el hombre al encontrar algo que se escape de lo obvio lo cuestiona, siempre, y se obliga a responder a su propia pregunta. Tambien los teoricos presentes en todo conglomerado humano (Radin: 236 s.) llegan hasta cuestionar lo obvio, lo pretendidamente real; por tal se entiende, habitualmente, la suma de todos los supuestos. Por la senda de las interpretaciones, el grafo termina incluido en otra constelacion significativa que nunca coincidira exactamente con aquella en que estuvo inscrito al ser creado, aunque bien puede aproximarse a la esencia de la connotacion primera. Es la forma como los humanos viven rebasando sus limites intimos, ampliando su espiritu al incluir en el propio los contenidos culturales de los hombres de otros tiempos y de otras geografias