Pues ?Quien, si no, habria de ensenar el ritmo a un mundo muerto entre maquinas y canones? ?Quien, si no, proferiria el grito de los muertos y los huerfanos despertados en el nuevo crepusculo? Decidme ?quien, si no, devolveria a los hombres de esperanza desgarrada el gusto de la vida? Nos llaman hombres del algodon, hombres del cafe, hombres aceitosos, nos llaman hombres de la muerte. Pero nosotros somos los hombres de la danza, cuyos pies solo adquieren fuerza cuando golpean el duro suelo.