Desde un primer momento entre los miembros de una organizacion guerrillera van surgiendo fuertes vinculos, profundas solidaridades, relaciones particularmente estrechas; todos unidos en una colectividad significada como una Gran Familia, con una causa comun, la Causa guerrillera. Cursan una cotidianidad intensamente vivida, marcada por la aventura, el riesgo constante y el peligro inminente, el albur y la sorpresa, en un colectivo ilegal y clandestino donde se juega la vida. Es una fraternidad construida por la filiacion al partido, a la organizacion, donde cualquier desconocido es a la vez hermano, hermano de causa. Quienes han dejado la guerra y salido a la vida civil recuerdan con particular nostalgia la intensidad de los afectos y de los lazos, jamas reencontrada en las nuevas circunstancias de las rutinas cotidianas. No es solo un asunto de anoranza frente a lo dejado atras. Razon tienen al evocar una situacion privilegiada en cuanto a la solidez y consistencia de los nexos. Y, mas que privilegiada, excepcional. La plenitud de la entrega hace vivir tambien de manera intensa y positiva el encuentro interhumano. Con ello pareciera desdibujarse una paradoja del vinculo social ilustrada con riqueza por Freud, esto es, la coincidencia del amor y la hostilidad en el lazo amoroso.