Cali, Enero 18 de 2014 Todo empezo con una llamada a las 7:49 de la manana. Yo tenia la resaca del dia anterior y no quise contestar. Por lo tanto, para que no me molestaran mas, puse mi celular en silencio. No queria ser interrumpido de ese sueno inutil que no servia para sacarme los litros de alcohol que habia ingresado a mi cuerpo la noche anterior. Y como una senal divina, hubo un sol que penetro las maderas de mi persiana, un calor que ni el aire podia opacar. Mi garganta se seco tanto que sali de mi cuarto a beber un poco de agua. Recuerdo mucho que ese dia, no tome un vaso sino que agarre la jarra pues estaba solo en mi casa y nadie me reganaria. Cuando volvi a mi cuarto, vi que tenia treinta y siete llamadas perdidas. De inmediato, me asuste. Le escribi a cada uno de los que me habian llamado preguntandoles que paso. Garzon fue el primero en responder. Recuerdo muy bien que me dijo “ya te llamo”. A continuacion, vino una serie de palpitaciones seguidas por el suspenso de la llamada, deje que el telefono sonara una vez pues no aguantaba las ganas de saber que era lo que habia ocurrido.