Quiero empezar mi intervencion en esta mesa redonda sobre el trabajo filosofico haciendo algunas precisiones. La primera es que no voy a referirme al trabajo filosofico en general, sino al de un gmpo concreto, el colombiano, acaso muy influido por mi pertenencia a su variante bogotana. En segundo lugar, en mis anotaciones prima un cierto sabor critico: acentuo, como en una caricatura, determinados rasgos que no solo muy probablemente esten mas atenuados en la realidad de nuestro ejercicio filosofico, sino que tambien pueden ocultar otros rasgos mas positivos. En tercer lugar, y dadas las reducidas dimensiones de nuestro gmpo filosofico, en ocasiones podria parecer que me refiero a individuos concretos, a colegas determinados. No se si un buen paliativo para mis arbitrariedades sea decir que no dudo en atribuirmelas a mi mismo. En cualquier caso, lo que realmente me importa es acercarme a un diagnostico de los principales fallos en nuestro actual ejercicio filosofico, y decididamente no quiero aprovechar esta oportunidad para lanzar dardos ad hominem. Desde un punto de vista cuantitativo, y no obstante lo reducido de nuestro gmpo, es un hecho que este ha crecido en los ultimos anos: el numero de individuos que se dedican profesionalmente a la filosofia es mayor, y ello se expresa en el aumento de institutos, departamentos y facultades de filosofia en las distintas universidades del pais, asi como de las catedras de filosofia contempladas en diversos programas academicos. Desde un punto de vista cualitativo, tambien puede constatarse un cierto crecimiento: el numero de profesionales formados en el exterior ha aumentado, y en el ambito nacional contamos con programas de maestria y doctorado de relativa calidad, en los que los egresados de pregrado pueden continuar decorosamente su formacion profesional. Pero estos incrementos no se traducen todavia en los resultados que cabria esperar. En terminos generales, ni intemacional ni nacionalmente la produccion filosofica nacional parece merecer un reconocimiento suficiente. Dentro de la comunidad filosofica latinoamericana, para no hablar de otras mas amplias, Colombia no es un punto de referencia obligado en ninguna de las ramas de la investigacion filosofica. Y si miramos hacia dentro, aunque la sociedad colombiana ha amphado sus margenes de tolerancia con respecto a la actividad filosofica -la expansion cuantitativa podria ser un indice de ello-, esta continua representando un esoterismo mas o menos refmado, que dista mucho del tipo de aceptacion que deseamos.