Paradoxalmente nuestras ciudades ofrecen una lectura entre dos polos opuestos: por un lado son metropolis contemporaneas en donde son evidentes las enormes avenidas, dotadas con calzadas para grandes velocidades, una concentracion evidente de rascacielos, bulevares, avenidas, grandes equipamientos de comercio y de servicios, transporte aereo –“puerta a puerta”- aereas especializadas para la recreacion, deporte y educacion y sectores residenciales que gozan de un buen nivel de calidad de vida, y por otro lado, generan lugares en los que se recrean cuadros singulares; como por ejemplo: hatos de ganado lechero