Hoy, con sorpresa, es la vida cotidiana el espacio para la etica (Aristoteles, 1994), el lugar donde se debe investigar el vivir bien y el obrar bien. En medio de tanta humanidad, de tantos comportamientos disimiles, de tanto relativismo moral, pensar e investigar en lo etico resulta sorprendente. Mas aun cuando el enfasis racional del pensamiento humano es cuestionado por acciones humanas inverosimiles. Por ello, la cotidianeidad de la vida, desarrollada en los espacios privilegiados de la casa, el colegio, la calle y el trabajo, es donde a diario se observan una serie de practicas que oscilan entre lo privado y lo publico sin demarcar el umbral de su distincion