Cuando se quiera escribir la historia de la filosofia en America Latina -de sus vicisitudes y posibilidades- sera necesario empezar por el estudio de los movimientos filosoficos en los anos coloniales, no porque encontremos en ellos las raices -las cuales hay que buscarlas, indudablemente, en Europa- de nuestro posterior desarrollo filosofico, sino porque siendo aquella historia una serie de intentos -algunos de ellos afortunados, otros frustrados y su mayoria desacertados de introducir en nuestros paises -lo mismo que han sido introducidos el automovilismo y las instituciones politicas- las corrientes filosoficas que han nacido y se han desarrollado en Europa (asi sea en la que trasciende los Pirineos), es de rigor dar una mirada a la tarea realizada por nuestros monjes de los siglos XVII y XVIII y a sus disquisiciones sobre los universales, el primer principio, la relacion Dios-mundo que, siempre de acuerdo con la doctrina oficial de su comunidad, los Jesuitas, Franciscanos y Dominicos defendian en sus catedras sin que salieran de ellas. Alarcon y Castro, Mateo Mimbela y Jose de Urbina son nombres que hoy, si queremos conocer el desenvolvimiento de la filosofia en Colombia, tenemos que estudiar aun para decir que carecian de originalidad.