El arroyito descendia raudo por el estrecho canon desde las frias alturas de los cerros de Motavita. Alli donde terminaba la pendiente parecia detenerse para tomar aliento antes de continuar su camino cuando encontraba el suave desnivel del recodo que le hacia tomar un giro de noventa grados. Entonces, mientras tomaba un rumbo nordeste se aquietaba para formar un pozo profundo: el Pozo de la Nutria.