Hace veintisiete anos quise mantener dentro del oceano un ojo abierto de forma permanente, de modo que equipe la proa de mi nuevo barco, el Calypso, con unobservatorio submarino. En ese entonces me hallaba convencido de que los oceanos eran inmensos, estaban repletos de vida y tenian todo tipo de recursos. Durantelas largas travesias por el Oceano Indico o el Atlantico, pase muchas horas, tanto de dia como de noche, observando a traves de mis portillos submarinos, sonando conel capitan Nemo y su Nautilus. Pero al poco tiempo tuve que aceptar la evidencia: las azules aguas del mar abierto tenian, la mayor parte de las veces, el aspecto desalentador de un desierto.