Nuestro tiempo, designado epoca postmoderna por algun archivista de nuestra cultura, nos ha venido instalando en el seno de un devenir confusamente complejo. Es el nuestro un tiempo de incertidumbre, rasgo de complejidad que compele a los ambitos de la ciencia, la sociedad, las organizaciones humanas y la cultura, tiempo de indecidibles, lugar de contradicciones morbidas donde las distinciones son cada vez mas inoperantes, lugar donde nuestros ancianos y venerables criterios de racionalidad han devenido ineficaces y laminadores de la singularidad de lo humano: olvidando que la vida es la costura de lo eniantologico (tejido de antagonismos). La epoca postmoderna, a nuestro entender, es un crisol de enmaranados devenires humanos y no humanos, orquestado por el ruidoso desmantelamiento del mundo de la modernidad, acompanado por un tiempo pletorico de crisis identitarias, crisis sociales, crisis economicas y rastreable a partir del movimiento implosivo de las matrices de configuracion identitaria de nuestras culturas.