No solo no existe corriente filosofica que no contenga juicios de valor, sino que no puede darse hombre alguno, por escasa que sea su inteligencia, incapaz para mirar los objetos desde el punto de vista de su bondad. En todas las edades de la historia del pensamiento, el problema de la bondad se ha colocado, por derecho propio, entre los de mas urgente solucion y de los de mayor entidad que puedan suscitarse a la inteligencia humana. En veces la cuestion recae solamente sobre las cosas buenas; en otras ocasiones, las mas escasas, al ganar una mayor altitud el entendimiento, el interrogante versa sobre la esencia misma de lo bueno.