En este articulo se examina la importancia del rostro en las sociedades occidentales como eje de la identidad, a traves de la ambiguedad de lo sagrado que se expresa en la dicotomia santidad/mancha. El papel del rostro es analizado desde la optica de las relaciones amorosas donde el rostro es objeto de admiracion y desde el racismo, donde el rostro pierde su especificidad siendo usado como instrumento para la deshumanizacion del otro. Asimismo se analizan las consecuencias de la desfiguracion en la identidad del individuo, el proceso de envejecimiento y lo que este origina en una sociedad obsesionada con la juventud y la belleza