Habitualmente, la filosofia aparece ante el sentido comun como un saber extrano e, incluso, opuesto. Esta percepcion hace que uno y otra reaccionen dogmaticamente para proclamar o para conciliar diferencias, de tal modo que la filosofia siempre resulta perdedora ante el sentido comun ya sea porque este puede existir sin ella, o porque declina su saber ante el sentido comun. Ciertamente la filosofia no puede ni evitar ni disminuir el conflicto. Debe realizarlo. Para ello debe poner en juego su impulso originario: el saber que es para ella, ante todo, tarea. Es en la tarea de saber y no en un saber donde se enfrenta a otro, donde se experimenta y resuelve el conflicto. Mas que un sabio, el filosofo es ante el sentido comun un habil experimentador del saber capaz de soportar el dolor y la desesperacion que la tarea de saber implica.