La contracultura es un concepto acunado por Roszak en 1968, que hace referencia al conjunto de aquellas expresiones culturales que difieren de lo que esta establecido como «cultura oficial», y constituye el unico medio para que un grupo de personas que viven bajo el paradigma de esa cultura oficial y que no se identifican con esta, le den un sentido al mundo en el que viven. De estas contraculturas se afirma que son el motor de los cambios culturales al ser resistencia frente a los paradigmas hegemonicos culturales y cuyo exito radica en la reconfiguracion de dichos paradigmas. Sin embargo, hablar de cultura dominante y de ciertas contraculturas que se le oponen, implica no solamente identificar y asignarle un lugar en la sociedad a la cultura hegemonica sino tambien a esas contraculturas al borrar su caracter de contra. Para poder pensar las contraculturas se podria extender al terreno de la culturalidad la invitacion que nos hacen Arendt y Ranciere respecto de la politica. Esto nos llevaria a concebir la contracultura por fuera de las categorias y de las funciones que le han sido asignadas y nos permitiria hablar no de contraculturas sino de gestos contraculturales, los que se comprenderan no como expresiones que se inscriben dentro de un grupo en el que rigen unas ciertas normas (implicitas o explicitas) respecto de comportamientos, modos de ser o modos de existir en comunidad, sino como apariciones inesperadas, incluso efimeras que, en terminos rancierianos (cuando se refiere a la politica), irrumpen en un cierto trazado o reparto de lo sensible, pero entendiendo por esto una forma de contar que distribuye acciones y asigna jerarquicamente lugares y funciones, modos de ser, modos de hacer y de decir, modos de verse y modos de aparecer, correspondientes a cada lugar asignado