R esulta al menos paradojico que hoy por hoy nos parezca anormal la fijacion obsesiva de alguien por la muerte, pero nos resulta corriente la despreocupacion completa por ella. O sea que nos parece patologico pensar su presencia inevitable y recurrente en nuestra vida, pero la indiferencia o el borramiento total no nos asombran. Cosa curiosa que habra que tratar de explicar. Pues los humanos frente a la muerte, como frente a cualquier otra situacion, nunca hemos reaccionado de manera igual. No existe la atemporalidad o ahistoricidad de las valoraciones humanas. Todas nuestras maneras de ver, sentir y comprender el mundo son permanentemente cambiantes. Este es el credo de los historiadores. Tomaremos y compararemos, a continuacion, dos valoraciones contrarias, dos modos de relacionarse de manera distinta con la muerte: la vision medieval occidental y la version occidental moderna.