El ingreso de una persona mayor en una residencia geriátrica constituye una reubicación de especial dificultad que implica importantes esfuerzos de adaptación, tanto para el usuario como para la propia familia; sin embargo, las necesidades de adaptación del familiar han obtenido hasta el momento poca atención, especialmente en nuestro contexto latinoamericano, probablemente por la creencia de que esto representa el abandono e incumplimiento de las obligaciones filiales.