El World Development Report del Banco Mundial de 1993 reconoció la necesidad de que los países en vía de desarrollo inviertan en la salud de sus habitantes para impulsar el crecimiento económico, determinando cambios sustanciales en la forma en que se administran los recursos y se atiende a la población. Por esa razón, las fuentes de financiación de la salud pública cumplen un papel primordial en la garantización de la salud como derecho fundamental, no obstante, la destinación de los recursos deben cumplir los principios de sostenibilidad y eficiencia maximizando así su alcance y cobertura para superar los retos significativos frente a la calidad y la prestación de servicios de salud oportunos.