La experiencia de ser docente y trabajadora social me obliga a reconocer la labor ardua de colegas que en campo enfrentan cada día las manifestaciones más crudas de la cuestión social con mínimos recursos y posibilidades para maniobrar. Sería injusto y desprovisto de toda dignidad no reconocer que el lugar de la academia posee privilegios que no llegan a los territorios donde mayoritariamente ejerce el Trabajo Social colombiano. Por ello, todas las reflexiones compartidas a continuación no buscan cuestionar prácticas del gremio; son reflexiones para quienes formamos a futuros profesionales con la invitación sostenida de mantener vivo el espíritu de la indagación y la búsqueda del conocimiento como forma de proteger a los procesos y a las personas que se vinculan a ellos.