La relación entre la pobreza y la criminalidad no constituye para nada un problema exclusivo del Derecho penal contemporáneo; ya los teólogos y criminalistas de la Edad Media discutían sobre el llamado hurto famélico. También los penalistas colombianos activos desde la mitad del siglo XX se ocuparon de esa cuestión. De especial interés en este sentido es la obra de Alfonso Reyes Echandía, quien abordó el problema desde una doble perspectiva: criminológica y dogmática.