Durante el año 2014 la región de las Américas experimentó la llegada y rápida expansión de una nueva enfermedad infecciosa, tropical y metaxénica, la fiebre por virus chikungunya (CHIK)[1]. La infección por CHIK, descrita hace más de 50 años, no había afectado previamente al continente y llegó a finales de 2013 a las islas del Caribe, de donde a partir de casos importados, gracias a la presencia de sus vectores, especies de Aedes, principalmente A. aegypti, se empezaron a producir casos autóctonos [2]. El transcurrir del