Para quienes ejercemos el oficio de historiadores constituye una labor cotidiana el manejo de diversas fuentes históricas como las bibliográficas, las publicaciones periódicas y, especialmente, los documentos de archivo a los que se les atribuye una función probatoria fundamental. Actualmente es notable la ampliación y diversidad de las fuentes para el trabajo histórico cuya validez es aceptada, entre las que han alcanzado un lugar de privilegio en tiempos recientes las orales, lo que implica la aplicación de técnicas