La mirada sobre el hombre, varón-mujer, en orden a su sentido y existencia nos acompañará siempre. Interrogarnos sobre lo que nos hace verdaderamente humanos a partir de nuestra realidad concreta de América Latina desde el quehacer teológico, nos exige partir del mismo hombre, de su misma realidad, un ver en el aquí y ahora lo que le hace posible la vida. De ahí que nuestro trabajo teológico, heredero de la tradi-ción, ha de comenzar de un método que nos vuelca sobre el contexto real de nuestra realidad latinoamericana, en donde se articulan los elementos en búsqueda de nuevos e inspiradores resultados. El aporte de partir de la misma realidad de inhumanidad o antihumanidad, de negación de lo humano, dado por la misma realidad que se vive en muchos lugares de nuestra América Latina como cotidianidad, nos lleva descubrir allí mismo la presencia de humanidad y afirmación de lo humano que se levanta como realidad alternativa y dinámica de alteridad que surge como visión de compromiso radical a partir del Evangelio.