¿Cómo desarrollar un taller de escritura con personas que no poseen el idioma en el que este se imparte? Fue esa la pregunta que orientó de manera constante la implementación del taller de escrituras dramáticas y teatrales en la ciudad de Albi, Francia. Al encontrarse los talleristas con participantes que no compartían una lengua común, el taller tuvo que adaptarse para acoger a cada uno de los participantes. La escritura se consolidó entonces como una forma de hospitalidad para los participantes y el taller tuvo que mutar y transformarse para permitir que cada uno de ellos pudiese participar atendiendo a sus necesidades de tiempo y comunicación. Esta noción de escritura expandida permitió que en el espacio del taller se desarrollaran acciones escriturales desde otras formas que no involucraban necesariamente la lengua, como el dibujo, el paisaje sonoro, el movimiento o los gestos corporales.