El artículo se propone analizar el papel de la figura de Aristóteles y de las “interpretaciones fenomenológicas de Aristóteles”, realizadas por Heidegger (1921-1924), en el contexto de una “hermenéutica fenomenológica de la facticidad”; con base en el llamado Informe a Natorp (1922) y el curso del semestre verano de 1923 en Friburgo (GA 63). En primer lugar, se destaca la presencia implícita de las concepciones ontológicas provenientes de Aristóteles en la “situación fáctica” del momento; lo que exige llevar a cabo, según Heidegger, una apropiación crítica del presente y un trabajo histórico de desmontaje (Abbau) de la tradición ontológica. En segundo lugar, se aborda la tarea de reconducir (zurücknehmen) la ontología y la lógica tradicionales al problema de la facticidad, como elemento fundamental del trabajo crítico-deconstructivo que hace parte de una “hermenéutica fenomenológica de la facticidad”. En tercer lugar, se caracteriza la figura de Aristóteles como modelo (Vorbild) y “fenomenólogo”, que se relaciona con los pensadores de la naturaleza que lo antecedieron, del mismo modo como el propio Heidegger desea ocuparse de la tradición ontológica. En cuarto lugar, se muestra cómo la herencia de Parménides, asumida por Aristóteles, termina reduciendo el ser del ser humano a una realidad efectiva, equiparable al tipo de comparecencia de los entes que pueden moverse o producirse. Finalmente, se muestra la apropiación heideggeriana de las virtudes dianoéticas presentes en el libro VI de la Ética a Nicómaco (φρόνεσις, τέχνη, ἐπιστήμη, σοφία y νοῦς) y su correspondencia con las estructuras de ser de la propia vida fáctica (ser-con, ocupación, conocimiento teorético —científico o contemplativo— y “ahí” del “ser-ahí”, respectivamente), que Heidegger desarrolla en los cursos de la época y posteriormente en Ser y tiempo (1927).