Este artículo examina críticamente el concepto de calidad educativa como nodo central en las políticas educativas colombianas, explorando sus límites y tensiones. Mediante una revisión sistemática de la literatura científica, siguiendo las directrices PRISMA 2020, se analiza cómo la noción de calidad, influenciada por organismos internacionales y lógicas neoliberales, ha configurado un discurso hegemónico que prioriza la estandarización y los resultados cuantificables sobre la formación integral. Se argumenta que este enfoque impone límites a otras formas de significar la educación, marginando perspectivas holísticas y contextualizadas. El estudio aborda cuatro dimensiones clave: la transformación docente, que revela una tendencia hacia la desprofesionalización y la evaluación basada en estándares; el currículo, donde se observa una creciente orientación hacia competencias definidas por el mercado; la evaluación estandarizada, que se ha convertido en el principal indicador de calidad, relegando otros aspectos del proceso educativo; y el contexto escolar, donde se evidencia una tensión entre políticas centralizadas y necesidades locales. Los resultados revelan una tendencia hacia la homogeneización, la racionalización y mercantilización de la educación, evidenciada en políticas que enfatizan la eficiencia y la medición del desempeño. Se propone la necesidad de resignificar la calidad educativa desde una perspectiva crítica que incorpore las voces de los actores educativos locales, promoviendo un enfoque más inclusivo y centrado en la integralidad de la comunidad educativa.