En las últimas décadas, el lenguaje inclusivo y no sexista se ha vuelto central en estudios lingüísticos, filosóficos y jurídicos. Su objetivo es adaptar el lenguaje para promover la igualdad de género y reflejar la diversidad social. Reformar el lenguaje legal puede influir en la percepción pública y la aplicación de la ley, favoreciendo una representación equitativa de los géneros. Sin embargo, estas reformas enfrentan desafíos, como la resistencia al cambio y la necesidad de equilibrar la claridad jurídica con la inclusividad. La adaptación lingüística debe responder a la demanda de igualdad, preservar la identidad a través del lenguaje lingüística y ajustarse a las dinámicas sociales contemporáneas.