En un artículo anterior, hacíamos una apología al proceso de escritura mostrando como realizar, más a menudo, esta actividad; puede servir como un elixir para la eterna juventud [1]. Sin importar sobre lo que escribamos, tal vez si sea más importante la forma en como lo hacemos y deberíamos, al escribir, romper, más a menudo, la regla de Zipt. Me explico: La llamada ley de Zipf, fue formulada en la década de 1940 por George Kingsley Zipf, lingüista de la Universidad de Harvard, es una ley empírica según la cual, en una determinada lengua la frecuencia de aparición de distintas palabras sigue una distribución que puede aproximarse por la siguiente ecuación: Pn ≈1/na (1) donde Pn representa la frecuencia de la n-ésima palabra más frecuente y el exponente a es un número real positivo, en general ligeramente superior a 1 [2].