Este texto surge de la intención de repensar la misericordia. Usualmente, concebida como atributo o don divino cuyos donatarios son los seres humanos, esta compresión del fenómeno, aunque llena de valor, parece entrañar ciertas dificultades. Cuando se trata de vivenciarla con las personas hostiles, o incluso quienes infligen el mal, la misericordia quedaría imbricada en la “obligatoriedad” de realización: el deber ser misericordiosos. No obstante, limitación abre el camino para considerar si la misericordia pudiera ser comprendida, ante todo, como experiencia del hombre sin más. La respuesta es afirmativa. La apuesta parte y pasa por la finitud humana, para después develar, bajo la figura del Hombre-Dios, modos inusitados de la misericordia que se viven en la tierra y en el cielo, entendidas estas categorías como formas de habitar el cuerpo crístico. Tanto la reflexión fenomenológica de Emmanuel Falque (1963-) como ciertos textos de la tradición teológica (Orígenes de Alejandría como precursor de la communio sanctorum) has permitido desarrollar dicha empresa, que refleja un intento de hacer teología al modo fenomenológico. Sean, pues, los lectores, hermanos en la carne y en la fe, quienes juzguen la pertinencia de dicha intención.