Desde el 2020, en Colombia es requerido que los estudiantes de licenciaturas en lenguas (modernas o extranjeras) obtengan un nivel de suficiencia (C1) que confiere la validez del conocimiento de la lengua y la cultura como requisito de grado (MEN, 2017). La política lingüística postula que los exámenes de lengua miden las habilidades lingüísticas, así como las nociones y actitudes (inter)culturales de los estudiantes. Sin embargo, desde un lente sociocognitivo, la concepción de los exámenes no dice mucho sobre los procesos cognitivos y sociales que se tornan cruciales para la concepción misma de las pruebas. Por lo tanto, parece relevante revisar la ontología de los exámenes institucionales de lengua y poder identificar qué aspecto da coherencia y validez a la necesidad de obtener dichos exámenes como requisito de grado. Para lograr esto, se propone una descripción fenomenológica, postulando la siguiente hipótesis: los exámenes de lengua en lugar de medir las habilidades lingüísticas e (inter)culturales de los estudiantes, circundan, sobre todo, sus sistemas sociales y cognitivos, en especial, la moral. Como resultado, se podría postular que la concepción de los exámenes como requisito de grado requiere de cambios profundos a corto plazo.