En América latina se destaca el gran número de jóvenes de 15 a 24 años que viven con el VIH y que adquirieron la infección a través de prácticas sexuales desprotegidas. Los jóvenes son particularmente vulnerables a la infección por el VIH/sida y en algunos países deben asumir, además, el cuidado de sus padres o parientes infectados. Muchos de ellos son vulnerables por comportamiento sexual, uso de sustancias ilícitas, falta de acceso a información sobre el VIH y a los servicios de salud o, bien, por razones económicas y sociales. Educación para la prevención del VIH/sida significa ofrecer a todos oportunidades de aprendizaje para que adquieran y desarrollen el conocimiento, las competencias, los valores y las actitudes que limitarán la transmisión y el impacto de la pandemia, incluidos el acceso a la atención y el asesoramiento psicológico, así como a la educación para el tratamiento. Los programas educativos sobre salud sexual y reproductiva, si son de buena calidad, ayudan a retrasar el inicio de la actividad sexual y protegen a los jóvenes sexualmente activos contra el VIH y contra otras enfermedades de transmisión sexual y el embarazo. Dicha educación brinda el conocimiento y promueve las actitudes y comportamientos requeridos para combatir la epidemia y es vital para mejorar factores contextuales que pueden detener la epidemia, ampliando el acceso a una educación de calidad para todos. Además, transforman el entorno de desigualdad entre lo sexos, valorando la diversidad y el contexto, mediante el impulso de valores como la igualdad, la democracia y el respeto de los derechos humanos. Ahí donde el ritmo de la infección ha disminuido, la educación ha sido la responsable
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Adolescent Sexual and Reproductive Health
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FuenteRevista De La Escuela Nacional De Salud Pública