Dominique Roger es con seguridad una de las pocas corresponsales vivas que aportó desde adentro a la ambiciosa política fotográfica impulsada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y sus agencias especializadas en la segunda mitad del siglo xx. Entre 1976-1992 dirigió el servicio fotográfico de la Unesco con sede en el Distrito vii de París, ejecutando alrededor de 135 misiones internacionales de documentación en carne propia, o reclutando una variada red de reporteros externos que pusieron sus lentes al servicio de programas de asistencia técnica para la promoción del arte, la educación, la ciencia y la salvaguarda del patrimonio. Junto a ella, de nacionalidad francesa, se destacan las semblanzas de otras mujeres operadoras de la cámara como la italiana Florita Botts, quien fuera la fotógrafa oficial de la FAO (instalada en Roma) en los puntos más álgidos de la Guerra Fría y los procesos de descolonización, o la rusa Maria Bordy, una de las primeras oficiales de prensa vinculadas a los cuarteles de la ONU en Nueva York.
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Photographic and Visual Arts
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FuenteCiencia Nueva Revista de Historia y Política