En las últimas décadas ha sido común escuchar el término “formación integral” en los entornos escolares e institucionales. Sin embargo, las confusiones, ambigüedades y el uso indiscriminado de dicho concepto han generado una trivialización de este. Por ello, en el presente artículo de reflexión se realiza una exposición acerca de cómo se ha venido entendiendo la formación integral y cómo debería asumirse según su etimología y las teorías de las ciencias de la educación. Posteriormente, se propone relacionar el concepto de “formación integral” con algunos modelos de pensamiento crítico, al igual que exponer su articulación curricular y funciones misionales de la formación universitaria.