La inteligencia artificial (IA) ha sido objeto de múltiples definiciones y enfoques desde su concepción en la conferencia de Dartmouth College en 1956. Los modelos de IA se dividen en enfoques basados en la similitud con el desempeño humano y otro centrado en la toma de decisiones racionales. El test de Turing es fundamental en la evaluación de la IA, planteando escenarios donde humanos interactúan con máquinas sin distinguir entre ellos. Estos modelos abordan la capacidad de las máquinas para realizar tareas que van desde la comunicación hasta la resolución de problemas complejos, como los que se presentan en los entornos empresariales. No obstante, el desarrollo de la IA plantea desafíos éticos y sociales, especialmente en el ámbito empresarial en una sociedad que avizora el impacto tecnológico. El problema radica en que la intervención tecnológica ha acelerado la transformación de las labores humanas, y con ello la desaparición o emergencia de nuevos trabajos. La tesis que aquí se quiere sostener es que se requiere de un análisis crítico ante estos desafíos y una propuesta de estrategia ética para la integración de la IA en el entorno empresarial. El presente es un artículo de reflexión que examina el concepto de la Inteligencia Artificial y su impacto en la condición humana; posteriormente, se expondrán los peligros subyacentes en la técnica moderna y finalmente, se indicará la serenidad [Gelassenheit] como el modo de relación libre frente a la tecnología como manifestación humana.