El cáncer infantil se presenta frecuentemente de forma inespecífica, simulando otras enfermedades de curso benigno. Este hecho, asociado a su baja incidencia, dificulta la sospecha y el diagnóstico de cáncer infantil. Si se hace este último de manera precoz junto con la rápida derivación a un centro especializado, se reducen significativamente la morbilidad y la mortalidad, lo que favorece el pronóstico de la enfermedad. Existen muchos signos y síntomas que deben alarmar al médico e incluso a los familiares: palidez, fiebre de larga duración, dolor de cabeza, adenopatías, sangrados o moretones, debilidad marcada, masas, marcha anormal, anormalidades oculares, dolor músculo esquelético, entre otros. Aunque estos tienden a ser inespecíficos, es importante detectar oportunamente los signos de alarma y bandera roja para mejorar la supervivencia en la población pediátrica con esta condición. Con base en la literatura, el objetivo de este artículo de revisión es caracterizar las manifestaciones clínicas en el paciente pediátrico que sugieren una rápida intervención y búsqueda de una neoplasia en él.