La epistemología que delimita el conocimiento justificado como verdad hace parte de los discursos que fortalecen la idea de lo humano como centro. En esta perspectiva todo gira en torno a lo instituido, normalizado, así como universalizado. No obstante, ese desenlace que bien expone Descartes como producto de la experiencia del yo, de la naturaleza y de la historia encuentra otro sentido a partir del sujeto lacaniano, el cual dimensionamos como un sujeto que se determina a partir de un des(eo)centrado, esto es, por el deseo que no apunta a la homogenización o alienación, sino a la experiencia de un vacío establecido en la relación con la falta.