allá, muertos que no guarden las formas y la gravedad de la noche".El factor más constante del pensar de Lihn fue el escepticismo amargo de todas las causas y de todas las creencias.Llegó al borde de la muerte con su escepticismo relativamente intacto, a juzgar por su penúltimo poema: "Estoy tratando de creer que creo/ no es el mejor punto de partida/ pero al menos dudo de mi escepticismo/ como de una racionalidad sin antecedentes/ no ha sido para mí, en su larga trayectoria/ un particular motivo de orgullo/ Creer pero lo más lejos posible/ de la Iglesia Católica y romana/ a años luz del superpapa".Obviamente yo no deseo