Hombre de 75 años con linfoma de Hodgkin. Residió en zona rural hasta hace dos décadas. Cinco días después de una dosis de esteroide de depósito consultó a urgencias por fiebre, tos y dolor abdominal. La radiografía del tórax mostró discretos signos de neumonía atípica inespecífica (Panel A) con PCR para SARS-CoV-2 negativa. Hubo empeoramiento requiriendo antibióticos y soporte ventilatorio. La imagen comparativa reveló opacidades alveolares bilaterales (Panel B) y la fibrobroncoscopia estructuras compatibles con larvas filariformes de Strongyloides (Panel C y D). Consecuentemente, se agregó al tratamiento ivermectina y albendazol.
 
 Strongyloides puede mantener ciclos de reinfestación endógena incluso durante años. Los estados de inmunosupresión pueden facilitar la proliferación del parásito y así la ocurrencia del síndrome de hiper-infestación [1]. Tienen riesgo de esta condición pacientes residentes o visitantes de áreas endémicas que presenten coinfección por HTLV-1, uso de inmunomoduladores, terapia citotóxica o malignidad hematológica [3]. En nuestro medio es usual que concurran estos factores de riesgo así que es recomendable realizar desparasitación universal con ivermectina o albendazol a pacientes en dichas circunstancias [4,5].