El modelo educativo colombiano tiende a depender de directrices externas antes que de las necesidades propias. En la coyuntura de la evaluación de la calidad de la educación, presente en los discursos de la escuela inmediata -esa que vivimos-, presentamos una postura crítica revisando generalidades y especificidades y de revisión sobre los orígenes de dicha implantación. Destacamos el contradictorio objetivo perseguido por el Índice Sintético de la Calidad Educativa (ISCE), del cual se desprenden cuatro parámetros de evaluación: progreso, desempeño, eficiencia y ambiente escolar, pero que se alejan de la realidad presentándose como “falso positivo educativo” para justificar datos cuantitativos y otras exigencias extragubenamentales, incidiendo de manera negativa todas las relaciones y fenómenos al interior de la escuela.