Este artículo reflexiona junto a campesinas-defensoras del territorio en el Bajo Putumayo, al sur de Colombia. Retoma sobre sus narrativas de futuro y la comprensión del tiempo y espacio que elaboran desde su saber encarnado. Concretamente articula la experiencia afectiva que ellas viven, con las políticas de vida que construyen en sus comunidades y las implican a permanecer en el territorio donde actualmente habitan en condiciones de violencia por guerra y economía extractiva. Considera la anacronía como una posición de resistencia y enfatiza en la materialidad y densidad del tiempo (la tierra) como un sustrato para pensar formas de relacionamiento al margen de las relaciones de dominio coloniales y patriarcales. Esta reflexión asume una metodología cualitativa que trae a cuenta diálogos y anotaciones propias por medio de técnicas etnográficas que dan centralidad a la experiencia subjetiva de las campesinas.