La religión ha tenido un papel central en la historia de la humanidad, constituyendo parte fundamental de la vida y las relaciones personales; en este orden de ideas, dada la existente diversidad de creencias, se han generado marcos normativos para su desarrollo, permanencia y preservación. Por ello, la libertad religiosa y de cultos se erige como un derecho, pero también como una necesidad para la sociedad y una responsabilidad jurídica para los Estados, en aras de proteger y salvaguardar los derechos de las personas que practican -o no- una religión. Así, la rama luterana del cristianismo ha hecho presencia en naciones como Colombia y Argentina, donde se abre el debate de la pluralidad y el respeto por la diversidad religiosa, dentro de dos países de tradición católico-romana.