La manera cómo la salud pública en el mundo ha interpretado la realidad del desafío constante del crecimiento de enfermedades asociadas con los estilos de vida, no ha permitido disminuir la realidad epidemiológica y el crecimiento de las enfermedades denominadas crónicas, especialmente las cardiovasculares. Una de las razones fundamentales es la ausencia de una mirada integral que permita ver la salud como un proceso complejo, multidimensional que necesita una comprensión y un abordaje mucho mayor que el plano biológico o patológico. Ese manejo ha sido restrictivo y no facilita una atención integral que haga posible mejorar la calidad de vida de las poblaciones (Casallas, 2017).
 Cuando la visión de la salud es enfocada en la biología y los medicamentos, centrada en la enfermedad y no en la salud, simplifica y reduce las determinaciones sociales de la salud y la enfermedad a los factores de riesgo tradicionales (Feo IO, 2012).