En este artículo se plantea el análisis del espacio en La muerte de un Instalador, de Álvaro Enrigue, a partir de la representación del prostíbulo como signo que alude a ciertos imaginarios, simbologías, e incluso a otros espacios que representan la sociedad, la cultura, el poder, lo político, la literatura y la creación artística. Se observa, además, el diálogo de la novela con otras obras del Caribe colombiano y Latinoamérica, con las que se establecen vasos comunicantes alrededor del burdel como epicentro narrativo.