La lectura competente de textos literarios tiene sus orígenes en las discusiones académicas sobre la pragmática lingüística y literaria, a partir de las propuestas de Chomsky, Culler, Van Dijk y Schmidt. Por tanto, a pesar de que la enseñanza por competencias está ineludiblemente afianzada a los acuerdos internacionales que promueve la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el ejercicio lector competente tiene sustento en el paradigma teórico de la pragmática literaria. Así, el presente artículo se adhiere a esa tradición de los estudios literarios, pues entiende la funcionalidad como la respuesta al aprendizaje academicista tradicional que no aporta capacitación al alumnado, ya que solo se encarga de la memorización de contenidos que después son olvidados (Gimeno, 2011). En consecuencia, el enfoque de la competencia literaria enfatiza la importancia de logros determinados en la asignatura que le corresponde. Sin embargo, ante el desconocimiento de los paradigmas teórico-epistemológicos y pedagógicos que sustentan los diferentes programas de estudio sobre literatura en México, en este artículo se esboza una reflexión crítica de ocho Acuerdos Secretariales y doce programas de estudio sobre literatura, creados a partir de las reformas educativas del siglo XXI. Para el desarrollo se utilizaron dos ciclos de codificación, in vivo y tematización de datos, y después se diagramó la información para identificar las premisas. Este proceso analítico permite afirmar, con base en cuatro tesis, por qué los tomadores de decisiones en la Secretaría de Educación Pública están cometiendo un acto de irresponsabilidad gubernamental al no contratar especialistas, ni para la armonización de la literatura y sus competencias en las leyes correspondientes, ni para el diseño curricular de los programas de estudio sobre literatura en el bachillerato.