Partiendo del reconocimiento de la alteridad y heterogeneidad como parte constitutiva de la sociedad, se encuentra en la educación inclusiva una manera de construir condiciones para hacer posible la integración de lo diverso. El aprendizaje de la filosofía no escapa a este gran reto, adquiriendo relevancia la pregunta por sus sentidos y dinámicas en un caso con una persona con una deficiencia cognitiva como el Alzheimer, en el que se toma el contexto familiar como un espacio pedagógico desde el que se proponen estrategias que respondan a las necesidades de inclusión. Se utiliza entonces la fotografía como estrategia hermenéutica para comprender la perspectiva del “otro” e interpretarla por medio de la creación de obra. Este proceso de apropiación lleva a una reflexividad y autocomprensión que termina por transformar, tanto la relación cuidadora-adulto mayor, como los conceptos de los sujetos implicados, volviendo, efectivamente, toda esta experiencia en general, una oportunidad de aprendizaje filosófico.