Nos preguntamos por la lógica detrás de las trayectorias residenciales de las personas migrantes y por el efecto de estas en la composición de sus vínculos sociales. Presentamos el caso de Lima, ciudad con el mayor número de migrantes venezolanos en el continente, en donde recogimos un total de 37 entrevistas (27 a personas venezolanas, 10 a personas peruanas con fines de comparación). Encontramos que las trayectorias residenciales de las personas migrantes tienen una alta relación con los lugares de empleo. Sin embargo, dado que cambian de empleo constantemente, cambian también sus lugares de residencia. Estos cambios residenciales, sumados a las rutinas intensas de trabajo, llevan a que sus vínculos sociales sean temporales, teniendo que rehacerlos con cada cambio residencial. En consecuencia, la segregación de personas migrantes no es solo espacial, sino que supone vidas encapsuladas, con pocos vínculos permanentes y varios vínculos desechables a lo largo de sus trayectorias.