La incorporación de la perspectiva de género al estudio de la economía social y solidaria en América Latina surge a partir de observar y cuestionar la división social del trabajo al interior de las experiencias de solidaridad económica. Si bien la propuesta de la economía social y solidaria apunta a la construcción de un modelo económico equitativo, esta equidad no transitaba al reconocimiento, valoración y organización del trabajo entre hombres y mujeres. Por esto surgen las economías feministas con énfasis en que las experiencias de economía social y solidaria serán transformadoras si hacen una crítica a la división social del trabajo por razón de género y construyen los mecanismos para la transversalidad del enfoque de género en toda su organización.