El artículo analiza el modo en que en la novela Florencio Conde. Escenas de la vida colombiana (1875) de José María Samper, se ensaya una imagen del esclavo liberto en el periodo post-Independencia neogranadino; primero como sujeto económico, que ejercita su individualidad y ciudadanía bajo el influjo de una organización republicana, donde se pondera el librecambismo, y después como «amante racializado», al que le es sustraída nuevamente la libertad, sobre cuya corporeidad se restaura el régimen esclavista y se reconstruye el deseo del amo. Se analiza la tentativa estética de construir en el personaje Segundo Conde un carácter de ciudadano racionalista, aunque de índole dócil y discreta, que sirva de afortunado ejemplo de mestizaje, en el marco de la fundación de la nación y de una nueva estructura de relaciones de producción, metamorfoseadas por la lógica individualista de la ganancia y la acumulación de capital. Hay un énfasis en la composición de cuadros, delicadamente dibujados, escrupulosamente eróticos, en los que se verifica el encuentro del hombre negro y la mujer blanca, suponiendo esto una variable, sino transgresiva para la época, por lo menos inusual; de ahí que en la novela también se moldea ágilmente la imagen de un sujeto afectivo, capaz de amar a pesar de negro, en un contexto en el que la idea de la inferioridad racial y moral podía conjurarse solo por medio del futuro blanquimiento, o de la generosa promesa que viene implícita tras la aprobación social del desigual romance. En su conjunto, el análisis confirma la tesis de que Florencio Conde. Escenas de la vida colombiana se corresponde con aquel tipo de novela artefacto por medio de la cual, basándose en un patrón ideológico evolucionista, pero con remanentes del pasado, las élites letradas hispanoamericanas del siglo xix dieron los primeros pasos hacia una tradición literaria nacional, que refractase la feliz convergencia de razas, culturas y clases sociales.